sábado, 21 de marzo de 2009

Narraciones ficticias 3


La delicia se ha ido. No se porqué, pero se ha ido, tontamente se ha ido. Será egoista pero me he quedado de nuevo sola, sin la delicia que me acompañe. Aquí sin delicia y con tristeza. Aquí, ahora una vieja se queda y la delicia se va con jóvenes de pétalos susurrantes. Ha vuelto el frío y la soledad en el refugio de la cueva muda.
La delicia se ha ido ¡y hacía tanto que no venia!. Se quedó unas horas. Se ha ido inesperadamente, sin saberlo. La delicia se fue y ha vuelto la muda cueva y la soledad despojada. Qué cansancio salir. Que olviden mi rostro los que lo vieron ayer y los otros ¡ los otros vuelvan ciegos sus ojos cuando me miren! No tengo rostro, no tengo cuerpo y la voz, palabras mudas.
La cueva, un lugar del alma para la soledad fría cuando la delicia abandona y los días son sólo tiempo computable para la muerte.
(escrito hace un año, en un día que fue una noche)